Había pasado todo tan rápido que ninguno creíamos que finalmente hubiese llegado el último día.
Después de tantos momentos juntos, evitábamos la conversación que resultaba incómoda para todo el mundo.
Aún con tanto cansancio acumulado, nos subimos al escenario y bailamos lo mejor que pudimos, comprobando que algunos de nuestros polacos podrían llegar a ser futuros bailarines profesionales (con saltitos incluídos).
Más tarde, disfrutamos de nuestra cena, y aún sabiendo que sería la última, había la misma felicidad en el ambiente que el primer día.
Sin duda, ha sido una experiencia increíble junto a personas que serán difíciles de olvidar.
Volveremos a vernos, muchas gracias por todo!
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