Este fue el
día en el que visitamos el castillo de Wawel. Al entrar en el recinto
decidimos que lo que primero veríamos sería la catedral.
Un detalle
bastante curioso e inusual me llamó la atención cuando advertí que de la
entrada del santo lugar, para mi sorpresa, colgaban unos enormes y gastados
huesos prehistóricos. La guía nos relató la historia que se decía de aquellos
huesos, “Cuando estos huesos se caigan del muro del que cuelgan, el mundo se
acabará”.
No fue una
noticia, que digamos, bien acogida por el joven público, a lo que respondieron
con voz unánime de reproche, lo que causó alguna que otra carcajada.
-Amina Kzaini
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